Remembrance Day: la memoria que florece en Canadá
- Mauricio Parada Beltrán
- 4 nov
- 2 Min. de lectura

Cada 11 de noviembre, Canadá se detiene por un minuto. A las once de la mañana, el país entero —desde Vancouver hasta Halifax— guarda silencio.
Es el Remembrance Day, o Día del Recuerdo, un momento para honrar a los hombres y mujeres que sirvieron y siguen sirviendo en las Fuerzas Armadas, recordando especialmente a quienes dieron su vida en las guerras.
El Remembrance Day tiene su origen en el final de la Primera Guerra Mundial. El 11 de noviembre de 1918, a las 11 en punto de la mañana, se firmó el armisticio que puso fin a una de las guerras más devastadoras de la historia.Desde entonces, la fecha se convirtió en símbolo de paz y memoria.
En Canadá, el día fue oficialmente reconocido en 1931. Desde entonces, cada año se celebra con ceremonias en monumentos, escuelas y plazas en todo el país. Uno de los actos más conocidos es la ceremonia en el National War Memorial en Ottawa, donde el Primer Ministro, veteranos, estudiantes y ciudadanos depositan coronas de amapolas rojas.
Si alguna vez has visto a los canadienses llevar una pequeña flor roja en el pecho durante noviembre, estás viendo una amapola.
Este símbolo nació de un poema escrito por un médico canadiense, el Teniente Coronel John McCrae, titulado “In Flanders Fields”.
“In Flanders fields the poppies blow
Between the crosses, row on row...”
Estas líneas, escritas en 1915, evocan los campos donde crecían las amapolas entre las tumbas de los soldados caídos.Desde entonces, la flor se convirtió en emblema de recuerdo y esperanza.
Cada año, la Royal Canadian Legion distribuye millones de amapolas. Las donaciones recaudadas se destinan a apoyar a veteranos y sus familias.
En Canadá viven miles de veteranos de guerra, pero también miles de inmigrantes que han vivido sus propios conflictos en otras partes del mundo. El Día del Recuerdo también nos invita a pensar en todos los pueblos que han sufrido por la guerra, y en la importancia de construir un mundo más empático.
Muchos latinos en Canadá ven este día como una oportunidad para enseñar a sus hijos el valor de la libertad. En las escuelas, los niños leen poemas, dibujan amapolas y aprenden sobre la paz.
Quizás no todos tengamos un familiar que fue a la guerra, pero todos podemos ser parte de la memoria colectiva. Recordar es reconocer el sacrificio, pero también comprometernos con un futuro donde el respeto y la solidaridad sean nuestra mejor defensa.
Recordemos siempre que la memoria florece cada noviembre, pero la paz debe cuidarse todos los días.



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